Las ratas y los ratones son especies que se sienten atraídas por el hombre y sus desperdicios. Son animales astutos y hábiles, tienen la capacidad de atravesar casi cualquier estructura, trepar por diferentes superficies, caer de hasta 15 metros sin sufrir daño alguno, cavar, nadar, bucear y se adaptan a casi todos los climas. Como todos los roedores, tienen la necesidad de morder materiales duros, pues sus incisivos les crecen durante toda la vida y, si no los desgastan, les pueden ocasionar problemas para cerrar el hocico o incluso llegar a perforar el paladar.

Dejando a un lado su potencial peligro como transmisor de enfermedades, son responsables de innumerables daños en instalaciones eléctricas de viviendas o locales. Deterioran puertas, ventanas, cañerías, muros de madera, incluso instalaciones telefónicas o informáticas, así como electrodomésticos o cableados de vehículos en los garajes, exponiendo a las personas a un elevado riesgo de incendios o accidentes. Causan al año numerosas pérdidas económicas, por paros en la producción, ocasionadas por cortocircuitos o interrupciones del fluído eléctrico. Se calcula que el 26% de las roturas de cables eléctricos, (incluidos los de los semáforos y las farolas), el 18% de las averías en las líneas telefónicas, y un 25% de los incendios de origen desconocido, son causados por las ratas.